Dra. Hanae Beltrán Nishizawa
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Hoy en día podemos observar cómo los vínculos entre animales de compañía y los seres humanos van en incremento. Como sociedad hemos ido cambiando nuestros hábitos y costumbres respecto a cómo tratamos a los animales, lo que ha permitido reconocerlos y ofrecerles un trato digno. Es así, que las mascotas han comenzado a tomar un papel fundamental dentro de las familias mexicanas, pues en ocasiones se interactúa con ellas como si fueran un integrante más del grupo. Para algunos expertos, esa situación se define como proceso de humanización, resultado que nos lleva a establecer diferentes tipos de vínculos. Es así que hablar de la pérdida de una mascota es importante.
Sin embargo, hay personas que no reconocen el duelo por una mascota, pues al verlos, aparentemente inferiores a nuestra especie, no aceptan que la pérdida de un animal de compañía pueda doler con la misma intensidad que la de un ser querido, y esto es el primer error, ya que el duelo está íntimamente relacionado con el tipo de vínculo que se estableció.
Si analizamos los sentimientos que un animal de compañía genera, justo por ser de otra especie, la relación es sin filtros y te permite entregar todo tipo de emociones. Los sentimientos crecen cuando te vas dando cuenta que esos animales no esperan nada de ti y, sin embargo, te responden con un amor absoluto. Aunado a esta situación, todos sabemos los beneficios que se obtienen al estar en contacto con una mascota a la cual se le entrega cariño desinteresado.
Debemos explicar que, en muchos casos, la pérdida de una mascota es la primera experiencia de aprendizaje respecto de la muerte. Es fácil recordar cómo la ausencia de nuestro querido compañero de vida en la infancia dejó una cicatriz en nuestro corazón.
Así que lo primero que NO tenemos que hacer es banalizar la experiencia haciendo comentarios como: “sólo es un animal” o, mucho peor, quererlo sustituir por otro diferente, ya que esto complicaría las tareas del duelo.
¿Qué podemos hacer ante la muerte de nuestra mascota?
- Aceptar la situación por la que estamos pasando.
- Dejar que lleguen todas las emociones por las que podemos transitar, no evitar ninguna.
- Establecer un periodo pertinente para adquirir otra mascota.
- No poner el mismo nombre a la siguiente mascota.
- Hacer los rituales necesarios para darle una despedida digna.
- Guardar los mejores momentos que pasaste con tu animal de compañía en tu corazón.
- Adaptarse a la nueva situación que se tiene en la ausencia de tu gran compañero o compañera.
Hay que destacar que el resultado final del proceso de duelo por la pérdida de una mascota estará íntimamente ligado al tipo de vínculo que se tenía con ella, al tipo de personalidad del dueño o dueña, a la edad de los mismos y a las experiencias pasadas que se hayan transitado en otros procesos de pérdidas significativas y del cómo haya sido la pérdida. Es decir, qué tan traumática fue, pues no será procesado igual si murió tranquilo por cuestión de la edad, a que haya padecido una enfermedad súbita o una crónica degenerativa; que haya muerto por un accidente o que de pronto desapareciera o se perdiera.
Si esta situación se le presenta a un niño, lo más importante será hablarle con la verdad, no ocultar qué sucedió con su mascota y jamás reemplazarla con otro animal, así como validarle las emociones que experimente en ese momento.
Cuando atravieses por una situación semejante y no estés logrando salir adelante, no dudes en buscar acompañamiento experto de un tanatólogo.