Mtra. Hanae Beltrán Nishizawa
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El perdonar no te hace frágil, al contrario, perdonar te hará experimentar la libertad en plenitud y demostrarte cuan determinado puedes ser en esta vida.
En ocasiones, la vida tiene capítulos donde podemos sufrir daños, incluso lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional o pérdidas que nos ponen en una condición de víctimas; por ello, debemos entender que estas situaciones no están vinculadas al grado de bondad o maldad que tengamos en la vida, es decir, las cosas buenas y malas les pueden ocurrir a las personas con conductas buenas o malas.
La cercanía con el agresor nos hace sentir un profundo dolor; y al estar heridos es muy complejo perdonar. Este sentimiento negativo puede estar presente durante mucho tiempo, lo que hace difícil sanar la herida, afectando nuestra alegría, la fuerza y la energía vital.
El perdón es un don que se da al otro, sin esperar que regrese, pues es una inversión para uno mismo. Es un profundo acto de dar, se otorga en contra de toda racionalidad, aun en contra de todo lo que el mundo pueda explicar o sentir, por lo tanto, sólo lo puede dar el ofendido.
En nuestra cultura, el perdón se ha trivializado, pues es común ver como en conductas cotidianas el pueblo mexicano pide perdón por todo, incluso cuando ni siquiera se tiene consciente el daño que se ha causado.
Se ofrece perdón como antídoto de cualquier problemática que se avecine, intentando que se regrese al estado anterior del daño, molestando más con esa conducta.
Pondré un ejemplo:
Cuando se está molesto con la pareja por haber cometido una indiscreción con la familia política, experimentarás un sentimiento de agravio, por lo que tu conducta se hará más hostil, hasta que tú esposo (a) te diga: “no sé qué tengas, pero perdón si te ofendí en algo”. Este ofrecimiento puede llegar a molestarte aún más, pues no se ha tomado conciencia del daño provocado y es una garantía de repetición, pues lejos de reparar el agravio, lo aumentó.
¿Cómo podemos perdonar?
- Entender que el perdón es un proceso que tendrá como mejor aliado al tiempo.
- Dejar de contarle a todo el mundo lo sucedido para evitar que hagan juicios de valor sobre el agresor.
- Soltar los pensamientos de venganza hacia quien te haya hecho daño.
- Modificar las conductas negativas hacia el agresor por conductas constructivas.
- Cambiar las conductas destructivas finalmente lleva al cambio de pensamientos, sentimientos, emociones y sensaciones contra el agresor.
- Restaurar la confianza en uno mismo.
- Avanzar con tu vida y no detenerla buscando justicia o revancha.
La finalidad de perdonar es cambiar lo destructivo, dejando de lado la descarga de la injusticia que sientes por el agresor por conductas positivas y asertivas.
No debemos esperar que el perdonar te ponga en una situación de riesgo, sino que logres quitar el rencor y los sentimientos negativos al pensar en que esa persona puede el día de mañana tomar conciencia y no repetir bajo ninguna condición la agresión.
El perdón no es reconciliación, ya que puedes optar por mantenerte lejos del agresor por un tiempo o de manera definitiva; tampoco es olvidar lo ocurrido, ni minimizar la agresión.
Cuando atravieses por una situación semejante y no estés logrando salir adelante, no dudes en buscar acompañamiento experto.