Linda María Velázquez Rosas
Psicóloga
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Cuando nuestros hijos crecen y llegan a la etapa de la adolescencia inicia una serie de transformaciones muy importantes: el niño que teníamos en casa deja de serlo. Empieza a tener cambios, no solo a nivel físico sino también cambios a nivel psicosocial y emocional, los cuales van modificando su conducta.
Pero la adolescencia no solo es una etapa de transición importante para los chicos. Nosotros como padres también pasamos por una serie de cambios: nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos con nuestros hijos se modifica; vivimos, también, una serie de ansiedades y duelos.
Una de las inquietudes que quizá la mayoría de los padres tenemos cuando nuestros hijos crecen es la influencia que tiene los amigos en su desarrollo. Por esta razón, es importante comprender la importancia del grupo de pares durante la adolescencia y tener en cuenta algunas sugerencias para abordar el tema.
La adolescencia y la importancia de los amigos
Todos los adolescentes experimentan sensaciones y sentimientos contradictorios que les crean conflictos, alteran su conducta y pueden desorganizar de alguna forma su vida familiar. Durante este periodo buscan lazos afectivos extrafamiliares, surgen actitudes de independencia, curiosidad por el mundo exterior y búsqueda de intereses ajenos al hogar.
Por esta razón, los chicos buscan relacionarse con pares que les ayudan a crecer y les brindan seguridad. Los amigos favorecen el establecimiento de vínculos más allá del ámbito familiar.
Los adolescentes y jóvenes necesitan sentir que encajan socialmente: ser parte de un grupo es necesario para ellos. Es con amigos de su misma edad donde se sienten comprendidos y escuchados, ya que todos están atravesando por cambios físicos y emocionales parecidos.
En este momento de su vida, los chicos son muy influenciables a ciertos comportamientos. Están en búsqueda de su propia personalidad y esta influencia puede resultar algo benéfico para su desarrollo: los ayuda a ser más sociables, independientes y seguros de sí mismos. Pero también puede suceder lo contrario, que nuestro hijo conviva con compañeros que promuevan inestabilidad y conductas de riesgo.
Entonces, ¿cómo identificar si nuestro hijo puede estar rodeado de amistades poco sanas que lo manipulan o inducen a conductas de riesgo para ellos?
Estos son algunas características a las que debemos prestar especial atención:
- Cambios en las actitudes de mi hijo.
- Bajo rendimiento escolar.
- Violencia e irritabilidad.
- Cambios radicales en el estado de ánimo.
¿Qué puedo hacer para evitar la influencia de una mala compañía sobre mi hijo y favorecer relaciones sanas con sus pares?
- Abrir vías de comunicación: es importante escucharlo, ser empático, observar sus necesidades y mostrar interés en las cosas que son importantes para él.
- Hablar con él estando presente en el día a día, enterado de lo que le gusta y de lo que le preocupa.
- Respetar su intimidad y su espacio.
- Valorar sus éxitos y proyectos.
- Escuchar sin censurar.
- Brindarle un ambiente familiar sano, en donde prevalezca el diálogo como vía de solución de conflictos.
- Proporcionarle autonomía y libertad.
- Animarlo para que participe en actividades que fomenten valores positivos y la participación con otros niños, como el deporte.
- No descalificar a sus amigos. Intenta conocerlos lo más posible que se pueda.
- Poner límites adecuadamente.
La tarea de los padres
Lograr que nuestros hijos crezcan sanos física y emocionalmente. Para ello, es fundamental ofrecerles un hogar en el cual se sientan escuchados, amados y valorados, recordando que esto se va gestando desde su nacimiento.
Es fundamental observar el comportamiento de nuestros hijos y estar al pendiente de lo que les sucede. Si notas algún signo de alerta es importante consultar a un profesional de la salud infantil y juvenil para recibir orientación y acompañamiento.